
martes, 16 de marzo de 2010
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“¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…eres tú.”
Gustavo A. Bécquer, Rimas.
Olga Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1921, es hija de padres oriundos de Líbano, Medio Oriente.
Desde 1937, cuando le publicaron sus primeros poemas en la revista Vanidades de
Estudió en el Conservatorio Pedro Biava de su ciudad natal, en el cual fue luego profesora de Historia del Arte y Literatura, materias que había cursado en Roma.
Su poesía, caracterizada por una dulce sensualidad, está contenida en los siguientes libros:
«Alba del olvido», «Sitio del amor», «Verdad del sueño», «Secreta isla», «Reencuentro», «Laúd memorioso», «Huésped sin sombra», «Alguien pasa» y «Viaje al ayer», entre otros.
Falleció en Marzo de 2009.
“Lo mío no es nada extraordinario: escribir unos versos lo he
dicho varias veces, es casi como cortar una rosa, no
tiene ningún premio, no debería tener ese premio tan
maravilloso que yo recibo de la gente”.
Meira Delmar
Es este un homenaje a la alegría. Es este un homenaje a Meira Delmar quien tuvo por oficio en la vida, repartir felicidad. Voy a contarles, en esta hora que parece propicia sólo para el llanto, instantes felices vividos al lado de Meira allá en Cereté de Córdoba, donde Lena Reza ha hecho de la poesía, un bálsamo para aliviar las incertidumbres y hacer germinar el amor y la amistad en el país de la sinrazón.
Desde hace ocho años he presenciado cómo Meira Delmar acudía puntual a la invitación que su entrañable amiga Lena Reza le hacía para que fuese la reina del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas. Desde hace años presencio cómo Cereté la revitalizaba: cada año más joven. De la silla de ruedas, a las muletas; de las muletas al bastón y del bastón a caminar con más luz en la mirada.
Estaba la Marisola
Infatigable y cariñosa. Siempre con el apunte preciso. En los momentos que antecedían a la partida hacia un recital, allí en Corpoica, el paraíso cereteano que sirve de hotel a las poetas, venidas de toda Colombia y de varios países, Meira se dirigía al comedor acompañada por las poetas Margarita Galindo, Nora Carbonell y quien estas líneas escribe y a tiempo que hacíamos el recorrido, nos llevaba a la infancia con la sutil orden de cantar la primigenia ronda de nuestra infancia Caribe: Estaba la Marisola / sentada en su vergel / abriendo la rosa / y cerrando el clavel. / ¿Quién es esta gente / que pasa por aquí / ni de día ni de noche / me dejan dormir / Somos los estudiantes / que venimos a estudiar / en la capillita de oro / de la virgen del Pilar. / Plato de oro / orilla de cristal / que se quiten, que se quiten / de la puerta principal...
Este amor
Cada vez que Meira Delmar empezaba a declamar “Raíz antigua” lanzando al fervoroso público de la plazoleta Raúl Gómez Jattin, la red del primer verso de este poema que ya es una oración en Cereté, los aplausos estallaban en una suerte de misticismo profano; una mezcla de solemnidad con euforia: No es de ahora este amor (...) No es de ahora. No. / De lejos viene / —De un silencio de siglos, / de un instante / en que tuvimos otros nombres y otra / sangre fugaz nos inundó las venas— / este amor por amor, / este sollozo / donde estamos perdidos en querernos / como en un laberinto enamorado.
Terminaba Meira “como en un laberinto enamorado” y su voz se hacía tenue ante el murmullo del público adorador, que repetía los versos como en un ritual; que pedía este o aquel poema como si se tratase de la canción favorita que no puede faltar en el repertorio del artista. Y Meira respiraba plena, se aferraba al micrófono, hacía a un lado cualquier amenaza de fatiga y proseguía en un acompasado ritmo de versos, aplausos y el clásico coro: “otro, otro, otro”.
El buen humor
A sus ochenta y seis años no había cansancio que la venciera, ni conversación que la cansara, ni lluvia que amainara su ánimo, como en aquel memorable recital en Montería, en plena Ronda del Sinú en el año 2007, cuando el cielo lanzó una cortina infranqueable que reemplazó los versos de la poeta, que festejó con carcajadas la osadía de la lluvia a quien llamó atrevida y con “ínfulas de poeta”.
Largas conversaciones con la poeta que no tuvo suerte en el amor: “...el arduo / amor que nunca pudo / vencer el tiempo...”. El arduo amor sobre el que la poeta contaba: “Siempre que me preguntan por el amor, recuerdo un conversatorio en Comfamiliar del Atlántico... Recuerdo que un señor me dice: ‘Doña Meira, en su poesía se ve que hay un amor secreto, ¿por qué no nos habla de él?’. ‘Bueno’, le respondía, ‘usted mismo dice que es secreto y si nos ponemos a hablar de él, deja de serlo...’. Y otro señor dijo: ‘Pero, doña Meira, en realidad es mejor que haya sido así, porque gracias a esa circunstancia usted ha escrito esa poesía tan maravillosa que hace’. Y yo le respondo: ‘Pero a mí no me hubiera molestado en absoluto que se hubiera realizado’ ”.
Meira Delmar inquebrantable en su sonrisa y buen humor, para quien el mejor elogio a su poesía provino del escritor y amigo Manuel Mejía Vallejo: “Estaba en la Biblioteca Piloto de Medellín con Germán Vargas y Manuel Mejía Vallejo. Manuel, acompañado de su inseparable vaso de ron. Eran las doce del día y hacía un sol ardiente, entonces Germán me pide que le recite algo a Manuel, a lo cual respondo que la poesía necesita otro ambiente y no ese sol de mediodía. Pero Germán insiste y yo cedo recitándole este: ‘Sola / en el azul de la mañana vuela / una garza / Sabe Dios qué poeta distraído / dejó que se le fuera / una palabra...’. Me mira Manuel, levanta el vaso, exclama: ‘¡Nooooojodaaa!’ y suelta Germán la carcajada. Ese es el mejor elogio que me han hecho”.
Es este, como dije al inicio, un homenaje a la alegría. Es este un homenaje a Meira Delmar, quien tuvo por oficio en la vida, repartir felicidad.
Pronunciaré tu nombre
en la última hora.
Así sabrá la muerte
dónde encontrarme cuando
llegue.
“A Meira Delmar la admiramos tanto como la queremos. Sus versos diáfanos y nobles son reflejo de una extraordinaria personalidad artística que merece ser reconocida para que su obra poética sea más conocida, valorada y disfrutada en todo el mundo iberoamericano. Por eso celebramos y apoyamos con gran entusiasmo su postulación al Premio Poesía Iberoamericana”.
Fragmento de la carta firmada por el Nobel colombiano y el director de
PALOMAS
Un vuelo repentino de palomas
interrumpe el silencio.
Dejo el libro un instante
detenido.
Y mis ojos descubren en el aire
la blanca estela
del temblor alado.
“En mis manos y gozo de la belleza, su libro Alba de Olvido. Pocas veces se lo aseguro, se inicia un poeta con poemas de tal calidad. Han sido un deslumbrante asombro para mí. Cuando me puse a leer su libro, la conquista fue rápida y plena. Acuérdese siempre de esta profecía: si no se deja copar por las cosas de la vida, si le es fiel a la poesía, será Ud. uno de los grandes valores líricos de su patria y de América. Tiene un extraordinario buen gusto, una potente seguridad, algo parecido a las líneas puras y seguras de la adolescente que ha de ser una mujer muy hermosa. Dios la guarde”.
Juana de Ibarbourou (1945)
Ausencia de la rosa
Detenida
en el río translúcido
del viento,
por otro nombre, amor,
la llamaría
el corazón.
Nada queda en el sitio
de su perfume. Nadie
puede creer, creería,
que aquí estuvo la rosa
en otro tiempo.
Sólo yo sé que si la mano
deslizo por el aire, todavía
me hieren sus espinas.
Allá
Si acaso al otro lado de la vida
otra vez, por azar, nos encontramos,
¿se reconocerán nuestras miradas
o seremos tan sólo un par de extraños?
De todos modos te amaré lo mismo.
Juntos. O separados.
IL MAR, IL MARE
Amica mia, dici,
parlami del mare.
E ti racconto della mia infanzia
che mi insegnò a guardare
la terra come terra,
come cielo il mare.
La valle, la montagna,
erano la realtà.
Il mare l'incertezza
il sogno, l'inquietudine.
E io, tu lo sai bene,
sono rimasta con il mare.
Un giorno vicino al molo
un vecchio pescatore,
tra le mani da bambina
mi mise una conchiglia.
Lo portai all'orecchio, ne riconobbi il suono
e iniziò a diventarmi
fugace il cuore,
come fragile barca
che porta una canzone.
Attraverso le mie vene che partono
da un lontano Simbad,
me ne vado, strano cammino,
a cercare un altro mare
dove un giorno mi vedranno
navigando a caso,
la distanza negli occhi,
il viso contro il vento.
Ancora mi bacia le labbra
il sapore del sale.
Amica mia, dici,
parlami del mare.
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